- DIOS PIDE JUSTO AQUELLO QUE MÁS NOS CUESTA
“Dijo Moisés a Yahveh: «¡Por favor, Señor! Yo no he sido nunca hombre de palabra fácil, ni aun después de haber hablado tú con tu siervo; sino que soy torpe de boca y de lengua.»
Esto le respondió Moisés a Dios ante la petición de éste: sacar al pueblo hebreo de Egipto. Se dice que Moisés era tartamudo. ¡Dios le estaba pidiendo a Moisés algo imposible! Hablar al pueblo hebreo y liberarlos. Él, tartamudo y difícil al habla. Pero lo que es imposible para los hombres, no lo es para Dios. Para Dios todo es posible.
Un joven en discernimiento vocacional el otro día me preguntaba: “Padre, ¿por qué Dios me pide precisamente aquello que más me cuesta?”. Sí, parecería que Dios nos desafía justo con aquello que más pone a prueba nuestra capacidad de donación. Tenemos mucho que dar y Él quiere que seamos felices dando. Él fue el Modelo de la entrega total: un amor hasta el extremo en la Cruz.
“Hay más alegría en dar que en recibir” (Hechos 20, 35). Los santos como Moisés la han experimentado. Aunque al inicio ese “sí” suponga entrega, lucha, “sudar la camiseta”, entregarse hasta el final, la alegría plena siempre está presente dando justamente aquello que más duele. La Madre Teresa decía: “Evangelio que no duele, no es Evangelio”. Podríamos decir también, “entrega que no duele, no es entrega”.
- LA ACEPTACIÓN TE HACE SER FELIZ.
Moisés también lo experimentó. Se veía ante una montaña inmensa. Dios le pedía algo que lo superaba. Al inicio se resistió. Moisés como a mí y como a ti, le costó confiar. Se preguntaba ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? Y lo que hizo grande su respuesta fue precisamente la aceptación al plan de Dios a pesar de todo. Aunque no comprendía bien lo que le esperaba, finalmente aceptó. Y entonces llegó la felicidad. La plenitud es la capacidad que Dios nos da de llenar nuestra alma con lo único que es importante, con lo único esencial: Él.
No hay que quedarnos con la experiencia del miedo ante el plan de Dios. No le digas a Dios qué grande son tus obstáculos, dile a esos obstáculos qué grande es tu Dios.
Busquemos en estos minutos de meditación poner toda nuestra vida en sus manos. Él sabe mejor aquello que nos hace felices. Él inventó la felicidad. Hay que confiar. Sólo eso. Y veremos verdaderos milagros.
ORACIÓN COLOQUIO.
Padre de bondad, Tú me ha llamado a una misión particular como lo hiciste con Moisés, ayúdame a confiar cada vez más en ti. Tú que me conoces, que conoces mejor que yo mismo el camino hacia mi felicidad. Conquista mi corazón para ti, así podré amarte siempre sobre todas las cosas. Acompañado de San Agustín quiero decirte: “Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras” (San Agustín de Hipona).
PROPÓSITOS QUE AYUDAN AL DISCERNIMIENTO.
- Haz una visita al Santísimo donde puedas compartir a Jesús los miedos que tengas sobre tu inquietud vocacional. Decirle a Él qué “obstáculo o miedo” tienes para seguir descubriendo lo que quiere de Ti.
- En esta meditación pon más énfasis en el poder de Dios que en tus fragilidades y en la felicidad que Él promete a sus hijos que confían.
- Platicar con tu director espiritual sobre estos “miedos” y pedirle su consejo.
Autor: P. Allan Carpenter, LC.